El Conde Gutier Menéndez y la Condesa Ilduara Ériz pertenecían a la nobleza gallega emparentada con la realeza asturleonesa. Eran una familia culta y aristocrática del S.X que fundaron y reformaron varios monasterios en Galicia, como era costumbre, reflejando la tradición aristocrática de la época.

Tuvieron cinco hijos, entre ellos Froila y Rosendo.

La generosidad de Froila y su esposa Sarracina destacó al donar a Rosendo el territorio donde éste estableció el Monasterio de San Salvador de Celanova. En agradecimiento, Rosendo le dedicó la Capilla de San Miguel, auténtica joya del arte mozárabe en España.

Rosendo vivió del 907 al 977, desempeñó roles significativos como Obispo de Mondoñedo y de Iria Flavia (Santiago de Compostela), monje y abad del Monasterio de San Salvador de Celanova, Conde de Bande, Marqués de Sande, Capellán de la Casa Real y Virrey de Galicia, acumulando un gran poder religioso, cultural, económico y político.

El Monasterio de San Salvador, bajo la dirección de Rosendo, se erigió como la abadía más poderosa de la Edad Media y uno de los monasterios más destacados de España hasta el siglo XVI.

Sus vastas posesiones se extendían por tierras de Monterrei, Ribeira Sacra y Ribeiro, incluyendo notables bodegas para la elaboración y almacenamiento de los más distinguidos vinos, consolidando así su importancia económica y cultural.

El legado de la familia Menéndez-Ériz perduró a través de las generaciones, dejando una huella indeleble en la historia de Galicia.